Las actitudes, desde un punto de vista psicológico, se expresan
y se hacen tangibles a nuestros sentidos en tres dimensiones: a nivel
conductual, a nivel ideativo y a nivel emocional.
A nivel conductual una actitud se expresa cuando vemos, por
ejemplo, una cajera comportándose amablemente con un cliente. Pero esta
amabilidad también tiene su expresión a nivel ideativo, que es el pensamiento
que en ese momento la cajera tiene cuando se dice a sí misma"…es importante que
seas amable con esta persona…".
Y, por último, la amabilidad como actitud se expresa también a
nivel emocional, es decir, la cajera no sólo lo piensa y actúa, sino que
¡¡¡también lo siente!!!
Las actitudes constituyen una guía conductual, sintetizada, que
resume la manera de comportarnos en una situación determinada. Nos permiten
tratar con la realidad y reducir la incertidumbre que nos separa de ella. Por
tanto, si hay algo aferrado a nuestro ser son nuestras actitudes, conocerlas
resulta esencial en todo camino de mejora personal y profesional.
Las actitudes pueden resultar positivas o negativas, según
faciliten u obstruyan la manera que la persona tiene de afrontar su realidad en
cada momento de su vida. Así una actitud positiva al enfrentar una nueva tarea
en el trabajo y de dificultad mayor, sería por ejemplo el considerarla una
oportunidad de desarrollo laboral, de ser más especialista en lo que hace, de
demostrar que aprende en poco tiempo y lo hace bien, un reto a las propias
capacidades etc.
Mientras una actitud negativa al enfrentar la misma nueva
tarea, en otra persona puede quedar reflejada en la auto- reflexión "¿¡más
trabajo!? Esto no me gusta", o "se están aprovechando de mi buena voluntad".
De modo que las actitudes son la disposición con que afrontamos
la realidad en todo momento, pudiendo siempre elegir qué tipo de actitud
adoptaremos ante tal o cual evento. Entonces, aquí quiero decir que desde la
perspectiva de las actitudes, estas importan más que la situación en particular,
debido a que van a determinar de manera significativa los resultados que vamos a
tener en esa situación.
Las actitudes marcan pautas de comportamiento
no sólo individual, sino que grupal. Una actitud negativa como un virus
"infecta" a los que están alrededor en el sentido de que son altamente
imitables. Afortunadamente, las actitudes positivas también son "virulentas", en
el sentido que también son imitables por todos nosotros.
Bajo esta perspectiva, todos estamos llamados a reconocer y
advertir con qué actitudes andamos por el mundo, y qué consecuencias están
trayendo sobre nuestras vidas y las de los demás.
Por Rodrigo Pérez – Psicólogo Laboral de Asimet.
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martes, 10 de abril de 2012
Las Actitudes y su importancia en la vida cotidiana
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Desafortunadamente hay más personas negativas que positivas y esto se debe a la situación actual que vivimos, las personas han dejado de creer, pues la mayoría de las veces solo escuchamos malas noticias.
ResponderEliminarAsí es Maestra Sonia, existen personas que debido a las situaciones que han vivido pierden el positivismo, entonces es importante que pensemos en esto y nosotros hagamos la diferencia porque podemos contagiar a los demás con nuestras actitudes y que mejor que presentando un buen ánimo. En la vida si somos siempre pesimistas tal vez nunca podamos lograr nuestras metas.
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